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Social Sci LibreTexts

13.3.6: Estrategias que apoyan el desarrollo del lenguaje- atención conjunta

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    Atención conjunta

    La atención conjunta se refiere a un enfoque compartido entre un cuidador y un niño (que incluye la mirada, el señalamiento y la atención visual). La atención conjunta es una característica importante del desarrollo del lenguaje porque una vez que se comparte la atención conjunta, el cuidador y el niño tienen un contexto comunicativo en el que se puede comunicar eficazmente la información sobre objetos o acontecimientos del entorno. [1]

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    Figura \(\PageIndex{1}\): Cuidador y niño pequeño prestando atención conjunta ([2])

    Durante los dos primeros años de vida del niño, se cree que la atención conjunta surge gradualmente en interacción con el desarrollo emocional y social del niño, además de ser el resultado del desarrollo cognitivo que implica habilidades como el procesamiento, la atención y la autorregulación (Morales et al., 2000). Ya en los primeros cuatro meses de vida, los bebés comienzan a participar con sus cuidadores en periodos sostenidos de mirada fija mutua o cara a cara (Johnson & de Haan, 2011). Entre los 9 y los 12 meses, los niños empiezan a explorar más su entorno. En este punto, la atención diádica cambia a la atención triádica en la que el cuidador y el niño empiezan a coordinar y dividir sistemáticamente su atención entre los objetos o eventos del entorno y entre ellos (Carpenter et al., 1998); Wille, Van Lierde & Van Herreweghe, 2019). Sin embargo, hay que señalar que estos episodios de atención conjunta triádica no se producen con frecuencia hasta que los niños tienen entre 15 y 18 meses de edad (Carpenter et al., 1998). [1]

    La atención conjunta está relacionada con el desarrollo del lenguaje. Se ha informado que la capacidad de los niños para responder a las invitaciones de atención conjunta de su cuidador a los 6, 8, 10 y 18 meses de edad predice la dimensión del vocabulario a los 30 meses de edad (Morales et al., 2000). Curiosamente, también hay algunas pruebas que sugieren que responder a la atención conjunta puede predecir la dimensión del vocabulario receptivo, y que iniciar la atención conjunta puede predecir la dimensión del vocabulario expresivo (Markus et al., 2001; Mundy, Fox & Card, 2003; Mundy & Gomes, 1998). El comportamiento en cuanto al seguimiento de la mirada a los 10 u 11 meses predijo el vocabulario receptivo a los 14 y 18 meses (Brooks & Meltzoff, 2005). Además, la capacidad de respuesta de los bebés nacidos a término a las alternancias de la mirada en las interacciones triádicas a los 9 meses y el inicio de las interacciones triádicas a los 14 meses se correlacionaron positivamente con el lenguaje posterior, de manera que los bebés con mayor capacidad de respuesta a los cambios de la mirada tuvieron mejores puntuaciones de lenguaje receptivo y expresivo a los 30 meses (De Schuymer et al., 2011). Las diferencias individuales en la respuesta a la atención conjunta a los 9 y 12 meses y en el inicio de la atención conjunta a los 18 meses predijeron el lenguaje expresivo a los 24 meses (Mundy et al., 2007). [4] [3]

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    Figura \(\PageIndex{2}\): Cuidador y niña pequeña prestando atención conjunta. ([4])

    Una de las razones por las que la atención conjunta está relacionada con el desarrollo del lenguaje es porque la atención compartida hacia un objeto permite que el lenguaje se asigne más fácilmente a este. Por ejemplo, si un cuidador y un bebé ponen atención de forma conjunta al mismo objeto, como un dinosaurio, cuando el cuidador utiliza la palabra “dinosaurio” se crea un vínculo claro entre el objeto (dinosaurio) y su etiqueta lingüística.

    Aunque la atención conjunta es una actividad natural para los cuidadores, se requiere una inversión de tiempo ininterrumpido para comprometerse realmente con los bebés y los niños pequeños. Gran parte del tiempo de los cuidadores puede dedicarse a las rutinas de cuidado, la preparación y la limpieza, por lo que puede ser un reto reservar tiempo para la atención conjunta. Para que se produzca la atención conjunta, los cuidadores deben estar plenamente presentes en sus interacciones con los niños, ya que comparten la atención conjunta a través de la mirada, la atención visual y el señalamiento, a menudo acompañados del tacto físico y el lenguaje. Un estudio descubrió que, en 200 niños pequeños grabados durante veinte minutos mientras asistían a programas de cuidado grupal, un tercio de los niños no participaba en ninguna actividad de atención conjunta con los cuidadores (Smith, 1999). Cuando los cuidadores practican la lectura de las señales comunicativas y practican la atención conjunta con los bebés y niños pequeños, mejoran su capacidad de compartir la atención conjunta con los niños (Cain, Rudd & Saxon, 2007; Gouri-Guberman, 2015; Rudd, Cain & Saxon, 2008). Una de las razones por las que la atención conjunta puede ser beneficiosa es que aumenta la cantidad de tiempo que los bebés prestan atención a algo, como un objeto. Durante los momentos de atención conjunta, los cuidadores pueden aumentar la atención de un bebé hablando y manipulando manualmente el objeto en el que el bebé está interesado (Suárez-Rivera, Smith & Yu, 2019).

    Referencias y Fuente de Figuras

    [1] Lammertink et al., (2022). Joint attention in the context of hearing loss: A meta-analysis and narrative synthesis. Journal of Deaf Studies and Deaf Education, 27(1), 1-15. CC by 4.0

    [2] Imagen de Kenny Krosky en Unsplash.

    [3] Çetinçelik et al., (2021). Do the eyes have it? A systematic review on the role of eye gaze in infant language development. Frontiers in Psychology, 11, 3627. CC by 4.0

    [4] Imagen de Praveen kumar Mathivanan en Unsplash.


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